martes, 18 de febrero de 2014

MIGUEL ANGEL CALAMARI Y SUS RECUERDOS EN UNA NOTA IMPERDIBLE



"De ser cartero a un comerciante exitoso", así titula su nota el periodista Mario Vega en el diario La Arena de Santa Rosa, La Pampa, que tiene como potagonista al banderolense Miguel A. Calamari. La nota es muy extensa, por lo tanto extraemos los puntos más importantes que tienen que ver, sobre todo, con sus recuerdos del pueblo que lo vio crecer:
En toda sociedad hay gente más o menos conocida, por la causa que sea. En este caso el apellido asocia, inmediatamente, al círculo de los automóviles. Es que mirando la luneta de una enorme cantidad de vehículos, u observando sólo las marcas que se desplazan en las calles, se podrá advertir que son muchísimos los que se relacionan a un apellido: Calamari.
¿Pero quién es Calamari? ¿Quién es el hombre que está detrás de una empresa tan importante en la ciudad, en La Pampa y aún en el oeste de la provincia de Buenos Aires?
Cualquiera puede suponer que se trata de un individuo bien "parado en la loma", inabordable, como tantos empresarios que uno puede conocer desde lejos, y que en otros sitios aparecerían en las tapas de las revistas vinculados al jet set, y en general a un mundo que pareciera una burbuja inaccesible para el común de los mortales, para la gente "normal", por decirlo de una manera simple.
¿Empresario? "No, comerciante".
Se supone que una persona que vende la fabulosa suma de más de dos millares de autos por año -en 2013 fueron exactamente 2.246- tiene que ser un empresario muy importante, aunque él se niega a que lo identifiquen de esa forma y pretenda que sólo se lo reconozca como "comerciante. Sí, eso es lo que soy".
Quién es, de dónde viene.
Miguel Angel Calamari (54), nacido en María Teresa, Santa Fe, vivió cuando chico en Banderaló (provincia de Buenos Aires). Sus padres fueron Nito y Lucrecia y tiene una única hermana, María Susana, que vive en General Villegas. Desde allí vino hace unos días una infortunada noticia: su cuñado Neri "el hermano varón que no tuve", lo definió- falleció "y es un dolor muy pero muy grande", se lamenta.
Miguel tiene cinco hijos: Agostina (26), Agustín (23), Ángeles (21), Junior (20) y Clarita (16).
Y además, casi como una integrante más de la familia tiene a Camila desde hace doce años: "Es marca perro, y la compañera de trabajo y de muchas horas de mi vida", dice señalando al animal que lo acompaña a todos lados, incluso cuando viaja a alguna competencia a acompañar a sus hijos.
Calamari hizo la escuela primaria en Banderaló, y sólo tiene séptimo grado.
Cuenta que su papá fue mayordomo en una estancia, y después cantinero en el club Juventud Unida de Banderaló. "A los 9 años yo trabajaba de mozo", y más tarde en una planta de silos, a la que volvería tras dos años de realizar otro trabajo, ahora como clasificador de cereales y oleaginosas.
El cartero del pueblo.
Por un tiempo, a los 16 y 17 Miguel iba a ser "el cartero del pueblo en Banderaló. Otra linda experiencia", dice sobre la tarea de entregar correspondencia en bicicleta casa por casa. "Siempre fui un buscavida", agregó.
También en algún momento libre "con un viejo camioncito que tenía Nito" comenzó a comprar y vender botellas, vidrios, fierros y huesos. "Fueron tiempos de mucho trabajo y una condición humilde", se retrotrae.
También los de las primeras salidas a bailes y boliches en la zona. "A los 18 años hice la colimba y me tocaron 16 meses y 11 días -precisa- porque fue justo el conflicto por el Canal de Beagle".
Luego su papá iba a comenzar con la venta de autos en Intendente Alvear, y "yo hacía todo el trabajo de gestoría. En aquel momento con otros cuatro socios pusimos una confitería bailable en Alvear".
A los 21 años Miguel iba a emprender el primer negocio por su cuenta. "En General Pico, donde pasé una de las mejores etapas de mi vida, alquilé un local donde sólo tenía la oficina, y tres autos que exhibía en la calle... eran una coupé Torino, una Break 12 y un Citroen 3CV". Como se ve un emprendimiento más vale austero, si se compara con esta actualidad donde se puede ver un comercio que luce varios 0 kilómetros; y un espacio al aire libre donde debe haber fácil más de 100 autos, sin contar con las sucursales instaladas en distintos lugares de la provincia de Buenos Aires.
Sin olvidar las raíces.
Miguel admite momentos gloriosos, naturalmente, y otros complicados "como en 2002 cuando parecía que todo se iba al diablo. Pero los últimos 10 años han sido muy buenos, porque a nosotros nos va de acuerdo a cómo le va al país. Ahora está un poco más complicado, pero aún así en estos últimos días vendimos 45 autos al contado. Sí, la gente que la tiene prefiere poner toda la plata", señala.
La pregunta es cómo se hace para manejar semejantes números, para estar en todos los detalles y que nada se escape- "Lo cierto es que no me ayuda mucho que sólo tengo 7º grado, pero soy de asesorarme mucho con Renault, y hago cursos para poder manejar mejor la concesionaria", indica.
Precisamente esa vinculación con Renault le permitió dos viajes de novela. "Estuve en Francia y Japón, y fueron experiencias inolvidables", agrega.
"Aunque te parezca mentira no me importa la plata", expresa, aunque de verdad cuesta creerle a un hombre que maneja millones. "Pero es así, no me olvido de las raíces. Sí digo que me gustan los negocios, ir para adelante, lo tomo como un desafío y creo que eso se ve", completa. Pero no quiere olvidarse -y señala que cada tanto lo trae a su memoria- de aquellos tiempos de cartero en Banderaló, o cuando hacía de mozo en la cantina del pueblo.
Miguel el campeón, ¿también político?
Miguel Calamari fue destacado piloto de automovilismo, campeón en varias oportunidades y dos veces ganador del Caldén de Plata que otorga el Círculo de Periodistas Deportivos. "Fueron tiempos muy lindos, los disfruté mucho eso de correr... empecé con el karting en Intendente Alvear, conseguí el campeonato y después pasé a la Fórmula Renault, con la que también fui campeón". Esos logros los iba a ratificar en el Supercart Pampeano, con el que también subió muchas veces al podio y consiguió cuatro títulos de campeón pampeano, con un auto que era preparado por El Ruso Kheler y Hugo Caballero.
Recuerda sus inicios cuando fue campeón en karting 180 con caja, auspiciado por su padre; y también el aporte que le hacían entre otros Eduardo Azcárate, Carlso Enz y Cacho Vicente cuando debutó y también ganó el título en Fórmula Renault Pampeana. "Fue un tiempo brillante, con muchísimos autos en pista y con un público infernal en cada carrera", se retrotrae.
Hoy Miguel acompaña a sus hijos -hoy mismo está en La Plata- a todos los circuitos del país. Agustín compite en TC 2000 con Toyota, y también en Turismo Nacional; y Junior lo hace en Fórmula Renault y ya desde los 11 años lo hacía en karting.
Calamari, ante una pregunta admite que "alguna vez" le gustaría incursionar en política. Hubo un intento hace algún tiempo, cuando Éxito Manuel Gianforte, ex diputado provincial -y también vinculado al comercio de la venta de autos- tuvo un acercamiento con Mario Das Neves, que había empezado a esbozar sus deseos de convertirse en candidato presidencial. "Estuve un tiempo ahí, pero finalmente se frustró... pero es algo que tengo pendiente y no descarto. Me siento capaz de aportarle cosas a la provincia, porque entiendo que hay que darle un perfil más industrial, hay que activar los parques industriales para poder salir de la chatura", finalizó.
Amigos-conocidos, miles.
En una vida intensa, con tantas y disímiles actividades, una persona tiene que tener, necesariamente, muchos conocidos. "Amigos-conocidos te digo que miles... amigos, los de siempre, como supongo que todo el mundo, cuatro o cinco", dice.
Entre tantos tiene uno que es especial para quien le gusta el deporte. Calamari se interesa poco por el fútbol pero tiene una amistad con un ídolo: Ricardo Bochini, la máxima gloria de Independiente ha llegado a estar en un cumpleaños de Miguel y lo ha visitado frecuentemente. "Es cierto, y mis hijos cuando van a ver al rojo van al palco del Bocha", comenta.

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